martes, 2 de abril de 2013

FRANCISCO ROMERO ANGELELLI IGNACIO ELLACURIA RUTILIO GRANDE LUIS ESPINAL GUTH HERMOGENES LOPEZ BERNIE VALENCIA CANO MARTIRES



 FRANCISCO ROMERO ANGELELLI  IGNACIO ELLACURIA RUTILIO GRANDE LUIS ESPINAL GUTH HERMOGENES LOPEZ BERNIE VALENCIA CANO MARTIRES



Alfonso E. Lizarzaburu
Consultor Internacional en Educación de la UNESCO
Miembro del Buró del Grupo de Trabajo sobre Educación para Todos del Comité de Enlace ONG-UNESCO
Profesor Honorario de la Universidad Ricardo Palma (Perú)
Miembro del Comité Ejecutivo del Comité Mundial para el Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida (Francia)
7, rue Carrière Mainguet
75011 Paris
FRANCE
Teléfono: (33) (1) 43.79.31.03
Correo electrónico: alfonso.lizarzaburu@gmail.com

EN EL 33º ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE MONSEÑOR ROMERO

La Teología de la Liberación es la gran asignatura pendiente de la Iglesia que hereda el papa Francisco

Cuando se acaban de cumplir treinta y tres años del asesinato del arzobispo de San Salvador, las "tres idolatrías" a las que él se oponía en defensa de los pobres, oprimidos y marginados se han enseñoreado de nuevo de nuestra sociedad: la oligarquía, la represión y el poder político impune

RAFAEL PLAZA VEIGA Madrid 30/03/2013 08:59 Actualizado: 30/03/2013 08:59
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Marcha en recuerdo de monseñor Romero en el 33º aniversario de su asesinato. JOSÉ CABEZAS / AFP

Marcha en recuerdo de monseñor Romero en el 33º aniversario de su asesinato. JOSÉ CABEZAS / AFP

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Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo de San Salvador asesinado el 24 de marzo de 1980, había denunciado poco antes de su muerte a tiros mientras celebraba la Eucaristía en su catedral las «tres idolatrías» que, según él, estaban poniendo en un grave peligro a su país: la riqueza y la propiedad privada («El deseo absoluto de tener más destruye la convivencia fraterna de los hijos de Dios»); la Seguridad Nacional («Vivimos en una estructura de injusticia social que es la raíz de los demás males. La Seguridad Nacional transforma la fuerza armada en guardia de los intereses de la oligarquía»), y la Organización(«Esa que persigue a muerte todo movimiento de oposición»).
Éstas y otras denuncias mucho más directas le llevaron a la muerte hace ahora justo 33 años. Óscar Romero murió como un profeta, aunque, en honor a la verdad, no se puede decir que la Iglesia de Latinoamérica esté muy surtida de profetas. Los mártires «de la Iglesia» hoy se pueden contar con los dedos de unas cuantas manos, y aunque la Iglesia se siente azotada por sus desapariciones, es, en el fondo, el pueblo más herido, el más convulsionado.

Los verdaderos mártires del pueblo 

Los hombres de Iglesia que a lo largo de los últimos 40 años han ido cayendo en América Latina (monseñor Romero o el teólogo jesuita Ignacio Ellacuría, y Rutilio Grande y otros seis curas, todos ellos en El Salvador; en Bolivia, Luis Espinal; y antes Gaspar García Laviana, en Nicaragua; y otros dos obispos, Valencia Cano y Angelelli, en Argentina; y los padres Aguilar yEscamillas, en México; y los sacerdotes Guth Hermógenes López, en Guatemala; y el padreBernié en Brasil; y los curas y catequistas de Honduras, y los de Colombia, y los de Chile, Paraguay y Uruguay)... Todos estos y muchos más, cristianos anónimos valientes y comprometidos, no cayeron precisamente por defender unos dogmas católicos de alto coturno, ni una moral sacramental ortodoxa, ni una liturgia impecable, ni una predicación escatológica. Murieron por algo mucho más sencillo, más cercano, más real, más vivo: por defender al pueblo, al campesino, al pobre, al oprimido, al aplastado y silenciado por el poder civil, por el poder militar, y a veces incluso por las propias jerarquías católicas instaladas en la seguridad y en el mismo poder gobernante del continente latinoamericano.
En Latinoamérica hay, al menos, dos Iglesias: una conservadora y otra identificada con el pueblo sin esperanzaSon, han sido, más que mártires «de la Iglesia católica, apostólica y romana», mártires del pueblo llano, que peca y pasa hambre por igual. Por eso se puede decir que en Latinoamérica hay, al menos, dos Iglesias, y quizá más. Una Iglesia conservadora, amiga de nunciaturas, diplomacias, abalorios, Ejército, poder, capital y patronos, y otra identificada totalmente con el pueblo, el pueblo latinoamericano sin tierras, sin trabajo, sin dignidad, sin seguros de nada, sin esperanzas y sin sonrisa. Y es por este pueblo por el que han muerto ya tantos. No consta, todavía, ningún mártir por los otros.
«No pisaré la Presidencia del Gobierno mientras no se esclarezcan las muertes de los 500 campesinos», había prometido monseñor Romero después de la masacre de 1978 en la sufrida nación salvadoreña. Cada vez se fue alejando más del poder -él, que era más bien conservador hasta que la muerte del padre Rutilio Grande le convirtió definitivamente al pobre- y esto fue, probablemente, lo que le llevó a la muerte. Lo que ha ido llevando a la muerte a muchos hombres y mujeres de la Iglesia latinoamericana, sin contar, claro, la de los campesinos y militantes jovencísimos de aquellas latitudes. ¡El poder!

La carta de Romero al presidente Carter 

Pocos días antes de su asesinato, monseñor Romero escribía una carta -que leería en la catedral de San Salvador- al propio presidente Carter, denunciando la injerencia de los Estados Unidos en la dictadura salvadoreña. ¡Qué casualidad! Menos de diez días después caería asesinado de un tiro en el corazón. El domingo anterior había denunciado sin ambages al Gobierno y al Ejército salvadoreños. ¡Era ya demasiado! Casualmente, en aquellos mismos días merodeaban por las proximidades de El Salvador las salvadoras fuerzas norteamericanas, que iban (y siguen yendo), presumiblemente, en apoyo de aquella atroz Junta Militar, tantas veces denunciada por el arzobispo Romero.

foto - Oscar Romero
 
Oscar Romero fue uno de los mayores defensores de los derechos humanos en el turbulento continente latinoamericano. Como lo ha sido otro obispo, éste español, que ha pasado más de 30 años entre los campesinos del Matto Grosso, una de las zonas más deprimidas (y oprimidas) del Brasil: Pedro Casaldáliga, al que el Papa Juan Pablo II destituyó de su sede antes de cumplir los 75 años, poniendo en su lugar a un prelado que no le produjera problema alguno. Amenazado de muerte por la oligarquía brasileña y humillado por las jerarquías vaticanas, Casaldáliga es otro profeta de los que llevan la muerte puesta.
La Teología de la Liberación se consolidó en la Conferencia de Puebla de 1979, a la que asistieron 115 obispos americanos
"Tú has hecho tuyos cada vez más los problemas y los combates de los campesinos y trabajadores con los que una minoría, aferrada a la riqueza y al poder, no quiere compartir en la igualdad", escribieron a monseñor Romero los 115 obispos latinoamericanos participantes en la Conferencia de Puebla, a primeros de 1979. Esta Conferencia constituyó uno de los hitos que más claramente consolidaron la necesidad de lo que, desde años atrás, se conocería por Teología de la Liberación en América Latina.
Durante meses, el arzobispo de San Salvador había denunciado incansablemente las maniobras represivas y la dictadura insoportable del general Romero, que sería por cierto derrocado en un golpe de Estado, ¡militar también por supuesto! Los delitos del arzobispo eran "muy claros": "Algunos me han tratado de comunista, hoy otros me consideran como un traidor". Romero era más bien un obispo conservador cuando llegó a la capital. Pocos días después de tomar posesión la oligarquía salvadoreña le había ofrecido una casa adornada con mármol en uno de los barrios más elitistas, y un Cadillac. Y Romero dijo "no". En efecto: para unos y otros sólo podía ser un "comunista" o un "traidor". La cosa empezaba mal para el pobre (pobre entre los pobres) arzobispo.
A Romero le habían acosado desde fuera y desde dentro. Desde dentro de la Iglesia, se entiende. Una Iglesia a la que a partir del final de la década de los 70 le repugnaba cada vez más la "revolución" interna que impulsó el Concilio Vaticano II, donde se consagró el diálogo con los comunistas, con los ateos, con los no creyentes, y el compromiso con los más pobres de la tierra, que hasta entonces habían basado sus creencias en la "resignación cristiana".
 

















foto - Padre Carlos Mujica

Habría que preguntarse hoy: ¿han cambiado tanto las cosas en América Latina? Habría que preguntarle al reciente y flamante (de humilde apariencia, pero de discutible pasado) papa Francisco, procedente de la Argentina donde las dictaduras militares cometieron tantos crímenes, siendo él ya una autoridad episcopal e influyente: ¿Apoyará, con la valentía, la decisión y elcompromiso que no han querido mostrar sus dos pontífices antecesores, al sufrido pueblo latinoamericano?


José Rouillon Delgado
"POR LA UNIÓN DE LOS PUEBLOS DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE"
Presidente del Foro-Red Paulo Freire, Carlos Villacorta Valles : <cvillavalle@hotmail.com>,  y Director Responsable del blogspot.com.
Aniversarios de Paulo Freire: Nace. 19 setiembre 1921- Fallece. 02 mayo 1997
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SIN GAS - SIN AGUA - SIN EDUCACION - CON SOLDADOS - CON COLERA - HAITI SUFRE CHE GUEVARA SERGIO QUECO CAUSA



SIN  GAS - SIN AGUA POTABLE - SIN EDUCACION - CON SOLDADOS - CON CORRUPTOS CON COLERA -  HAITI  SUFRE
Haití: ¡Ellos necesitan solidaridad no soldados!

Joao Pedro Stedile   ALAI AMLATINA, 01/04/2013.-

Queridos amigos y amigas,

Acabo de llegar de un viaje a Haití. Fui a participar en un congreso del movimiento campesino haitiano y aproveché la ocasión para visitar varias regiones del país y los proyectos que la brigada de la Vía Campesina/ALBA, está desarrollando en solidaridad con el pueblo de Haití.
Sergio (Queco) Causa, nació en Florencio Varela y es blanco, estudio medicina en Cuba y allí se
graduó, gracias a una de las miles de becas que la revolución obsequia al mundo.  Cuando el terremoto en Enero 2010, alquien tomó esta foto.  Sergio que ES COMO EL CHE GUEVARA fué de voluntario desde Cuba a Haití a salvar vidas.


 Me gustaría comenzar mi carta, comentando las características principales de esta nación. Es un país del tamaño de Alagoas (27 mil Km2), todo él montañoso, como Minas Gerais, y con las montañas totalmente devastadas, o sea sin cobertura vegetal, pues los campesinos, en el transcurso de varias décadas, tuvieron que recurrir al carbón como única fuente de energía y de renta. Toda la alimentación de Haití es preparada con carbón. No hay cocinas a gas en el país, con la salvedad de los barrios ricos de Puerto Príncipe. El clima es semi-árido en todo el país. Llueve sólo tres meses por año, y después aquella sequía nordestina... Y la población es de diez millones de personas, en ese pequeño territorio superpoblado, con un 95% de afrodescendientes y 5% de mulatos.

Ellos son los herederos de la primera gran revolución social de América Latina, cuando en 1804, se rebelaron contra los colonizadores franceses que los explotaban como esclavos, y los condenaban a tener una esperanza de vida de solo 35 años. Expulsaron a todos los colonizadores, eliminaron la esclavitud y distribuyeron las tierras. Y como sabían que los colonizadores podrían volver aún más armados, subieron a las montañas, en donde viven hasta hoy.

Los colonizadores volvieron, pero ya no eran los franceses, ahora vinieron los capitalistas de Estados Unidos que ocuparon el país durante las primeras décadas del siglo XX. Y cuando salieron, dejaron la dictadura de Duvalier, pro-estadounidense que aterrorizó a la población de 1957 a 1986. Luego siguieron gobiernos temporales.


El terremoto ya mató, ahora se trata de salvar las vidas de los heridos y enfermos. Pero hay dos bandos, los que aman y construyen ( médicos cubanos)  y los que odian y destruyen (soldados norteamericanos).

En 1990, eligieron al padre Arístide, adherente a la teología de la liberación. Él no renunció, los americanos lo derrocaron y lo llevaron a Washington, para darle clases de neoliberalismo. Volvió domesticado para cumplir otro mandato.

Después eligieron al Presidente Preval, que logró cumplir su mandato, pero sin ningún cambio democrático. Y ahora, eligieron un gobierno títere de los estadounidenses, que gastó 25 millones de dólares en la campaña electoral. Todos saben en Haití, que el pueblo no lo eligió.

Debería haber elecciones para el parlamento, cuyo mandato expiró hace más de seis meses. Pero nadie habla de eso. Por tanto, ya no existe parlamento legalmente constituido, aunque funcione. En la práctica ¡el poder real es ejercido por las tropas de las Naciones Unidas, llamadas Minustah!

Por tanto, a pesar de haberse liberado de la esclavitud, el pueblo haitiano vivió pocos años de democracia (burguesa).

El pueblo vive en pobreza extrema, con carencias de comida y bienes materiales. Pobreza que se agravó con el terremoto de enero de 2010, que mató a miles de personas y destruyó prácticamente toda la ciudad de Puerto Príncipe. Pero es un pueblo que se mantiene con dignidad y altivez, unido por la cultura, por el idioma creole, que en el mundo sólo hablan ellos, y por el vudú (equivalente a nuestro candomblé), practicado por casi toda población, aunque mantengan un sincretismo religioso, en el estilo: los domingos a la misa y los viernes a la fiesta.

En las regiones rurales, no hay escuelas. El 70% de la población vive en el medio rural. El analfabetismo afecta al 65% de la población. No hay energía eléctrica en el interior, sólo en Puerto Príncipe. Hay sólo tres carreteras nacionales asfaltadas. Y no hay agua potable. Todo el mundo necesita comprar agua potable, a precios internacionales.

El año pasado, por primera vez en su historia, hubo una epidemia de cólera, que mató a centenares de personas. La enfermedad medieval fue traída por las tropas de Nepal, que hacían sus necesidades en el principal río del país. ¿Algún tribunal internacional se anima a procesar a las Naciones Unidas por esas muertes?

Más del 65% de todos los alimentos son importados o llegan en forma de donación, que son apropiados por una burguesía comercial negra, que explota a la población.

Cuando las familias consiguen tener algún recurso para comprar los productos que vienen de la vecina Republicana Dominicana, es porque reciben ayudas de parientes que trabajan en los Estados Unidos.

Chávez salvó al pueblo de Haití del caos, al suministrar petróleo a través de Petrocaribe, y propuso que el gobierno local destinara los recursos recibidos a proyectos sociales. El combustible es vendido en los surtidores, pero el gobierno nunca explicó al pueblo dónde está invirtiendo esa renta.

En un escenario como el descrito, no es difícil imaginar cuándo vendrán las próximas revueltas populares. Pero no se asusten, allá están 12 mil soldados de muchos países del mundo coordinados por el ejército brasileño, con el membrete de las Naciones Unidas, para contener posibles revueltas. Desfilan en convoyes fuertemente armados, sólo para decir al pueblo: No se olviden, ¡estamos aquí para mantener el orden! El orden de la pobreza y de la nueva esclavitud. Allá no hay guerra, ni violencia (las tasas de homicidios son las más bajas de América Latina), los soldados están allá solo como policías.

Pregunté a los soldados brasileños porque están allá, pues ni siquiera dominan el creole para comunicarse con la población. La única respuesta que obtuve fue que si salieran entrarían los estadounidenses, ¡que son mucho más violentos!  

El pueblo de Haití no necesita de soldados armados. El pueblo de Haití necesita de solidaridad para desarrollar las fuerzas productivas de su territorio y producir los bienes que requiere para satisfacer las inmensas necesidades que padece.

El pueblo de Haití necesita de apoyo para tener energía eléctrica, para tener una red de gas para cocinar y evitar la deforestación. Necesita de una red de agua potable y de escuelas en todos los niveles, en todos los poblados. Necesitan de semillas y herramientas. Del resto ellos saben muy bien cómo hacer. Están allá desde 1804, como pueblo libre, sobreviviendo y multiplicándose a pesar de tantos expoliadores extranjeros.

Felizmente, hay otras visiones en el relacionamiento con el pueblo de Haití. El gobierno de Bahia envió cisternas para almacenar agua lluvia, que para el pueblo de allá es muy grato. Petrobras nos ayudó a traer 77 jóvenes campesinos para estudiar agro-ecología en Brasil. La iglesia católica de Minas Gerais hizo una colecta especial en todas las parroquias que ahora financia proyectos de desarrollo agrícola por allá, desde huertas, crianza de gallinas y cabras, hasta multiplicación de semillas.

Y los movimientos sociales de la Vía Campesina Brasil, con los pocos recursos que tenemos, mantenemos en Haití una brigada permanente de jóvenes voluntarios desde hace más de 6 años, que está desarrollando proyectos de agricultura, de cisternas y de educación.

Tengan muy en cuenta que el pueblo de Haití está indignado con las tropas de la Minustah. Si las Naciones Unidas quisieran enviar soldados, podrían haber seguido el ejemplo de Ecuador y de Venezuela: sus soldados no andan armados, y están construyendo casas, carreteras y almacenes. O seguir el ejemplo de Cuba que mantiene allá más de 5 mil médicos voluntarios en el único servicio público de salud que existe en el país, que es atendido por esos médicos humanistas, que dan ejemplo de la práctica del socialismo.   


 Sergio Causa el doctor argentino recibido en Cuba se fué a Haití con la Misión Cubana que llevó
hospitales de campaña y mucho amor y mucha solidaridad.

Creo que nuestra obligación como hermanos del pueblo de Haití, es seguir protestando y pidiendo que las tropas se retiren de Haití, como no desearíamos que estuvieran en Brasil o en cualquier otro país del mundo. Y seguir apoyando, con proyectos de desarrollo económico y social. (Traducción ALAI)

- João Pedro Stedile, miembro de la Coordinación Nacional del MST y de la Vía Campesina Brasil

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